Si sentiste vergüenza ajena durante el discurso de Mariano Rajoy en el balcón de la sede del PP la noche de su victoria en las elecciones, no estás solo.
Las comparaciones son odiosas pero a veces es necesario hacerlas, sobretodo cuando se trata de nuestros representantes, a los que se les presupone cierta capacidad de improvisación y un mínimo de nivel intelectual. Para muestra un botón.
Discurso de Mariano Rajoy, 26 de junio de 2016.
Buenas noches, buenas noches. Bueno, buenas noches a todos. Bueno, buenas noches.
Oye, eh…queridas amigas y queridos amigos, os voy a decir una cosa: este es, este es el discurso más difícil de mi vida, y algunos he echado. Pero, quiero, solamente quiero deciros dos cosas: la primera, dirigida a mi partido, al Partido Popular, y luego quiero decirle algunas cosas a muchos españoles que evidentemente toman las decisiones que quieren, como es natural, con perfecto derecho.
Amigas y amigos. Bueno, eh…queridas amigas y amigos. Eh… Yo llevo militando en este partido toda mi vida. Empecé a los 22 años, cuando empezaba la democracia en España, pegando carteles. Como tantas y tantas personas del Partido Popular, hemos dado muchas batallas democráticas y muchas batallas electorales. Hemos ganado algunas, hemos perdido otras. Pero yo tengo que decir que me siento enormemente orgulloso de este partido que en los momentos más difíciles… No… No ha sido esta, como sabéis, una etapa fácil, dicho de otra forma, ha sido una etapa muy difícil. Pero este partido ha tenido coraje, ganas, determinación. Siempre había alguien, perdiendo o ganando, con una bandera del Partido Popular, que es la misma que la de España, defendiendo aquello en lo que cree.
Queridos amigos, habéis ganado las elecciones porque habéis tenido fe en la victoria y porque la habéis perseguido.
Bueno, bueno… Yo tengo que darles las gracias a todos. Y, desde luego, a todos lo que me acompañan aquí. No puedo citarlos… Solo voy a citar a mi mujer…Pero, pero, eh, muchas gracias, oye, muchas gracias a todos.
Este partido, en los momentos de dificultad, de problemas, ha estado ahí y es una opción, al cual la sociedad española le ha dado un apoyo mayoritario. Y tenemos que estar orgullosos. Porque hemos trabajado, le hemos dedicado tiempo, hemos creído en lo que hicimos, ha sido duro, ha sido difícil, ha sido complicado, pero hemos dado la batalla por España y sin ponernos a las órdenes de nadie. Solo en defensa de los intereses generales de los españoles.
Pues sí, nosotros, este partido, este partido, somos españoles y a mucha honra y con mucho orgullo. Y somos un partido que defendemos los intereses generales de los españoles por encima de cualquier otra consideración. Y este partido se merece un respeto.
Amigas y amigos, yo les doy las gracias a todos los dirigentes, a todos los militantes, a los simpatizantes, interventores y apoderados. Gente que lo único que hacía era defender sus ideas. A lo mejor desde un sitio donde creía que lo que hacía no era demasiado útil, ¡pues no! Cualquier cosa que haga, cualquier militante de cualquier partido político que crea en sus ideas, que las defienda y que no tenga más interés que el que las cosas vayan bien merece un respeto, y desde luego merece el agradecimiento de todos. Eso es el Partido Popular.
Bueno, amigas y amigos, gracias, gracias a todos. Porque, en una situación difícil, España tiene a su disposición un instrumento muy importante que jamás le va a fallar a España y a los españoles voten lo que voten. Y ese instrumento es el Partido Popular. Ese instrumento útil para España.
Me dicen aquí que recuerde que hemos ganado las elecciones. Bien, oye, hemos ganado, oye, es verdad. Bueno, amigas y amigos, hemos ganado las elecciones, reclamamos el derecho a gobernar precisamente porque hemos ganado las elecciones, pero ahora de lo que se trata es de ser útil al 100% del pueblo español. A los que nos han votado y a los que no nos han votado. A disposición de todos estamos nosotros.
Bueno, amigas y amigos… Bueno, amigos y amigas, a partir de mañana tendremos que empezar a hablar con todo el mundo y lo haremos. ¡Viva España! ¡Viva! Y vamos a hablar con el único horizonte de defender a España y al 100% de los españoles, al 100%. Es para lo que estamos aquí.
Amigas y amigos, no quiero cansaros mucho… Pero quiero decir una cosa. Han sido los cuatro años que hemos vivido complicados y difíciles, pero España ahora ya asoma la cabeza. Estamos caminando en la buena dirección. Vamos a seguir haciéndolo. Hemos ganado las elecciones y estamos como siempre a disposición del pueblo español. Como siempre.
Por suerte, en España, han ganado los demócratas, la libertad y los derechos de la gente. Eso es lo que ha ganado en estas elecciones.
Amigas y amigos, gracias, gracias de corazón, por vuestro empuje, vuestro aguante y por vuestra generosidad. Yo solo quiero decir una cosa: el equipo directivo de este partido va a estar a la altura de las circunstancias. Hará todo lo que pueda para que a España y los españoles les vaya mejor. Somos una gran nación, de las mejores del mundo, por supuesto de Europa y vamos a estar ahí a la altura de las circunstancias.
Muchas gracias.
Discurso de Barack Obama, 4 de noviembre de 2008.
¡Hola Chicago!
Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta.
Es la respuesta dada por las colas que se extendieron alrededor de escuelas e iglesias en un número cómo esta nación jamás ha visto, por las personas que esperaron tres horas y cuatro horas, muchas de ellas por primera vez en sus vidas, porque creían que esta vez tenía que ser distinta, y que sus voces podrían suponer esa diferencia.
Es la respuesta pronunciada por los jóvenes y los ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de que nunca hemos sido simplemente una colección de individuos ni una colección de estados rojos y estados azules.
Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América.
Es la respuesta que condujo a aquellos que durante tanto tiempo han sido aconsejados a ser escépticos y temerosos y dudosos sobre lo que podemos lograr, a poner manos al arco de la Historia y torcerlo una vez más hacia la esperanza en un día mejor.
Ha tardado tiempo en llegar, pero esta noche, debido a lo que hicimos en esta fecha, en estas elecciones, en este momento decisivo, el cambio ha venido a Estados Unidos.
Esta noche, recibí una llamada extraordinariamente cortés del senador McCain.
El senador McCain luchó larga y duramente en esta campaña. Y ha luchado aún más larga y duramente por el país que ama. Ha aguantado sacrificios por Estados Unidos que no podemos ni imaginar. Todos nos hemos beneficiado del servicio prestado por este líder valiente y abnegado.
Le felicito; felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han logrado. Y estoy deseando colaborar con ellos para renovar la promesa de esa nación durante los próximos meses.
Quiero agradecer a mi socio en este viaje, un hombre que hizo campaña desde el corazón, e hizo de portavoz de los hombres y las mujeres con quienes se crío en las calles de Scranton y con quienes viajaba en tren de vuelta a su casa en Delaware, el vicepresidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden.
Y no estaría aquí esta noche sin el respaldo infatigable de mi mejor amiga durante los últimos 16 años, la piedra de nuestra familia, el amor de mi vida, la próxima primera dama de la nación, Michelle Obama.
Sasha y Malia, os quiero a las dos más de lo que podéis imaginar. Y os habéis ganado el nuevo cachorro que nos acompañará hasta la nueva Casa Blanca. Y aunque ya no está con nosotros, sé que mi abuela nos está viendo, junto con la familia que hizo de mí lo que soy. Los echo en falta esta noche. Sé que mi deuda para con ellos es incalculable
A mi hermana Maya, mi hermana Alma, al resto de mis hermanos y hermanas, muchísimas gracias por todo el respaldo que me habéis aportado. Estoy agradecido a todos vosotros. Y a mi director de campaña, David Plouffe, el héroe no reconocido de esta campaña, quien construyó la mejor, la mejor campaña política, creo, en la Historia de los Estados Unidos de América.
A mi estratega en jefe, David Axelrod, quien ha sido un socio mío a cada paso del camino. Al mejor equipo de campaña que se ha compuesto en la historia de la política. Vosotros hicisteis realidad esto, y estoy agradecido para siempre por lo que habéis sacrificado para lograrlo.
Pero sobre todo, no olvidaré a quién pertenece de verdad esta victoria. Os pertenece a vosotros. Os pertenece a vosotros.
Nunca parecí el aspirante a este cargo con más posibilidades. No comenzamos con mucho dinero ni con muchos avales. Nuestra campaña no fue ideada en los pasillos de Washington. Se inició en los jardines traseros de Des Moines y en los cuartos de estar de Concord y en los porches de Charleston. Fue construida por los trabajadores y las trabajadoras que recurrieron a los pocos ahorros que tenían para donar a la causa cinco dólares y diez dólares y veinte dólares
Adquirió fuerza de los jóvenes que rechazaron el mito de la apatía de su generación, que dejaron atrás sus casas y sus familiares para hacer trabajos que les procuraron poco dinero y menos sueño.
Adquirió fuerza de las personas no tan jóvenes que hicieron frente al gélido frío y el ardiente calor para llamar a las puertas de desconocidos y de los millones de estadounidenses que se ofrecieron voluntarios y organizaron y demostraron que, más de dos siglos después, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no se ha desvanecido de la Tierra.
Esta es vuestra victoria.
Y sé que no lo hicisteis sólo para ganar unas elecciones. Y sé que no lo hicisteis por mí. Lo hicisteis porque entendéis la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.
Mientras estamos aquí esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se despiertan en los desiertos de Irak y las montañas de Afganistán para jugarse la vida por nosotros.
Hay madres y padres que se quedarán desvelados en la cama después de que los niños se hayan dormido y se preguntarán cómo pagarán la hipoteca o las facturas médicas o ahorrar lo suficiente para la educación universitaria de sus hijos.
Hay nueva energía por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.
El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos.
Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos.
Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política mía cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas.
Pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escucharé, sobre todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pediré que participéis en la labor de reconstruir esta nación, de la única forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 años bloque por bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.
Lo que comenzó hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche otoñal. Esta victoria en sí misma no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad para que hagamos ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin vosotros, sin un nuevo espíritu de sacrificio.
Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu del patriotismo, de responsabilidad, en que cada uno echa una mano y trabaja más y se preocupa no sólo de nosotros mismos sino el uno del otro.
Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no puede haber un Wall Street (sector financiero) próspero mientras que Main Street (los comercios de a pie) sufren.
En este país, avanzamos o fracasamos como una sola nación, como un solo pueblo. Resistamos la tentación de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra vida política desde hace tanto tiempo.
Recordemos que fue un hombre de este estado quien llevó por primera vez a la Casa Blanca la bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la libertad del individuo y la unidad nacional.
Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Demócrata ha logrado una gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisión de curar las divisiones que han impedido nuestro progreso.
Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos sino amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensión, no deben romper nuestros lazos de afecto.
Y a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por ganar, puede que no haya obtenido vuestro voto esta noche, pero escucho vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré vuestro presidente, también.
Y a todos aquellos que nos ven esta noche desde más allá de nuestras costas, desde parlamentos y palacios, a aquellos que se juntan alrededor de las radios en los rincones olvidados del mundo, nuestras historias son diversas, pero nuestro destino es compartido, y llega un nuevo amanecer de liderazgo estadounidense.
A aquellos, a aquellos que derrumbarían al mundo: os vamos a vencer. A aquellos que buscan la paz y la seguridad: os apoyamos. Y a aquellos que se preguntan si el faro de Estados Unidos todavía ilumina tan fuertemente: esta noche hemos demostrado una vez más que la fuerza auténtica de nuestra nación procede no del poderío de nuestras armas ni de la magnitud de nuestra riqueza sino del poder duradero de nuestros ideales; la democracia, la libertad, la oportunidad y la esperanza firme.
Allí está la verdadera genialidad de Estados Unidos: que Estados Unidos puede cambiar. Nuestra unión se puede perfeccionar. Lo que ya hemos logrado nos da esperanza con respecto a lo que podemos y tenemos que lograr mañana.
Estas elecciones contaron con muchas primicias y muchas historias que se contarán durante siglos. Pero una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emitió su papeleta en Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola para hacer oír su voz en estas elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 años.
Nació sólo una generación después de la esclavitud; en una era en que no había automóviles por las carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no podía votar por dos razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y esta noche, pienso en todo lo que ella ha visto durante su siglo en Estados Unidos- la desolación y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces que nos dijeron que no podíamos y la gente que se esforzó por continuar adelante con ese credo estadounidense: Sí podemos.
En tiempos en que las voces de las mujeres fueron acalladas y sus esperanzas descartadas, ella sobrevivió para verlas levantarse, expresarse y alargar la mano hacia la papeleta. Sí podemos. Cuando había desesperación y una depresión a lo largo del país, ella vio cómo una nación conquistó el propio miedo con un Nuevo Arreglo, nuevos empleos y un nuevo sentido de propósitos comunes.
Sí podemos
Cuando las bombas cayeron sobre nuestro puerto y la tiranía amenazó al mundo, ella estaba allí para ser testigo de cómo una generación respondió con grandeza y la democracia fue salvada.
Sí podemos.
Ella estaba allí para los autobuses de Montgomery, las mangas de riego en Birmingham, un puente en Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: «Lo superaremos».
Sí podemos.
Un hombre llegó a la luna, un muro cayó en Berlín y un mundo se interconectó a través de nuestra ciencia e imaginación.
Y este año, en estas elecciones, ella tocó una pantalla con el dedo y votó, porque después de 106 años en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas más negras, ella sabe cómo Estados Unidos puede cambiar.
Sí podemos.
Estados Unidos, hemos avanzado mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho más por hacer. Así que, esta noche, preguntémonos -si nuestros hijos viven hasta ver el próximo siglo, si mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo como Ann Nixon Cooper, ¿qué cambio verán? ¿Qué progreso habremos hecho?
Esta es nuestra oportunidad de responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento. Estos son nuestros tiempos, para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad para nuestros pequeños; para restaurar la prosperidad y fomentar la causa de la paz; para recuperar el sueño americano y reafirmar esa verdad fundamental, que, de muchos, somos uno; que mientras respiremos tenemos esperanza.
Y donde nos encontramos con escepticismo y dudas y aquellos que nos dicen que no podemos, contestaremos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí podemos.
Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América.